jueves, 9 de enero de 2020

LA SAN SILVESTRE VALLECANA Y EL NEGOCIO QUE ES, PARA ALGUNOS, LA ORGANIZACIÓN DE CARRERAS POPULARES

La Vuelta Ciclista a España del 2020 tendrá su salida en Utrech (Holanda). Esto no es una novedad, pues cada año cambia su sede de salida, y al hacerlo aumenta su prestigio nacional e internacional, porque más y más aficionados y espectadores la hacen más suya. Esto mismo no ha calado en los organizadores de la San Silvestre Vallecana, que lleva a "machacamartillo" saliendo desde hace más de 50 años de la Avenida de Concha Espina, con una extraña fijación por el estadio Santiago Bernabéu. Nunca otros madrileños han podido disfrutar, o sufrir de su salida. Porque de eso se trata, la salida se sufre, y mucho. Durante más de 50 años hemos sufrido silenciosamente, y sin protesta alguna, este, y otros muchos inconvenientes que produce la salida. Hasta hace unos años por ejemplo los equipos de sonido atronaban durante horas sin respeto alguno por los vecinos, y así muchas otras cosas, como las prolongadas prohibiciones de movilidad y aparcamiento, etc. Pero es que este año, a pesar de las extraordinarias molestias y dificultades que está experimentando el barrio con motivo de la obras del estadio, la organización de la carrera no se ha cortado un pelo y ha vuelto a plantar la salida en el mismo lugar de siempre. Y claro, empezamos a pensar que ya está bien la cosa.

Cuando uno se para a pensar un poco cómo es posible que pase, acaba apareciendo el gran negocio que, para algunos claro, supone la organización de carreras populares. ¿Es negocio una carrera popular?. Por supuesto. Existen diferentes intereses tras una carrera popular, y principalmente un objetivo económico. Desde los de una federación atlética que obtiene unos beneficios que redundan en el atletismo, hasta los de un club que igualmente sirven para aliviar los presupuestos anuales, hasta los de las empresas patrocinadoras que no dejan de tener intereses de lucro privado en ello.

Centrémonos en las carreras realmente comerciales, como la San Silvestre Vallecana, que están organizadas por una empresa privada, cuyo negocio está en montar un evento deportivo y espera sacar un beneficio económico de ello. Algo totalmente respetable siempre y cuando se computen correctamente las externalidades económicas negativas que produce, o menos técnicamente, cuando se compute el perjucio a terceros como pueden ser los vecinos que soportan en su barrio la organización de la salida  de la carrera sin obtener ningún beneficio de ello. Debe tenerse en cuenta que la empresa organizadora sitúa el evento en calles de dominio público, y usa recursos públicos, porque por ejemplo, la policía y la recogida de basura las pagamos todos.

Correr se ha convertido en los últimos años en un negocio en auge. Una carrera hoy no es sólo una fuente de negocio para las grandes marcas internacionales de material deportivo, que promocionan sus productos, sino también para todas aquellas que intervienen en la organización, como las empresas que suministran los botellines de agua, las que alquilan las infraestructuras (vallas, escenarios, arcos de meta, carpas, generadores…) o las que prestan servicios (coordinadores, organizadores, médicos, seguridad privada, árbitros…). El maratón de Sevilla, por ejemplo, cuya organización cuesta 1,2 millones de euros, reporta más de siete en gasto de los corredores y sus acompañantes.

También hay que considerar el beneficio intangible que suponen para las empresas patrocinadoras, que buscan imagen de marca a través de ellas. Precisamente, es por ese impacto positivo, asociado a una idea de vida sana y deportiva en la que se cultiva la cultura del esfuerzo, la disciplina, el sacrificio, la constancia y la responsabilidad, por esa imagen de marca que generan, por lo que el negocio de las carreras populares es cada vez más rentable para los patrocinadores. Se ha calculado que el running mueve un volumen de negocio de 900 millones de euros al año solo en España. El negocio mundial de los eventos deportivos de participación masiva facturará 4.000 millones de euros en 2019, un 30,6% más que hace cinco años, y se espera que en 2022 mueva 5.250 millones de euros, como explica muy bien Patricia López su artículo "Running y triatlón elevan a 4.000 millones de euros el negocio global de las carreras populares" (Palco23, 27 de octubre de 2019 https://tinyurl.com/wyw3rxn). Veáse también "5.250 millones de euros en 2022: así se cimenta el verdadero negocio del running y del triatlón" (Carlos Jiménez, Runner's World, 16/10/2019, https://tinyurl.com/s7ngap9 ). Este artículo de David López en El País, ICON, titulado "El gran negocio de las carreras populares: dónde va a parar el dinero" lo explica muy bien: https://tinyurl.com/s5l84g4
Aparentemente, nadie parece salir perjudicado por la proliferación de carreras populares, empresas de todo tipo hacen su agosto, los runners se gastan gustosos los ahorros en material y acontecimientos. Sin embargo, que en una ciudad como Madrid o Barcelona y sus alrededores se celebren un domingo 15 carreras es ridículo e inviable, eso hace que sea prácticamente imposible circular por muchas zonas de la ciudad, no solo un domingo, sino la mayoría de los domingos del año.

La San Silvestre Vallecana la organiza la empresa Last Lap, propiedad de Unidad Editorial (https://tinyurl.com/yf6teo4h), el grupo de medios que edita entre otros El Mundo y Expansión. Las inscripciones no cubren todos los gastos que origina la carrera, y se recurre a patrocinadores para cumplir el presupuesto total. Su patrocinador principal es desde hace algunos años Nationale Nederlanden.

Los vecinos del Bernabéu le hacemos una pregunta a la Agrupación Deportiva San Silvestre Vallecana, a Last Lap, a la RFEA, a Nationale-Nederlanden y al Ayuntamiento de Madrid: ¿Qué beneficio ha obtenido el barrio por ser la salida de la San Silvestre Vallecana desde hace más de 50 años que pueda haber compensado los perjuicios que ocasiona? Y esta pregunta se la hacemos muy especialmente en este Año I de las Obras de la Ampliación del Bernabéu que hemos empezado a soportar, y en el que al parecer se va a dar las salida en el mismo lugar de siempre como si no pasara nada. ¿Cómo se ha encargado, qué ha hecho, el Ayuntamiento para neutralizar las externalidades económicas negativas que está experimentando esta zona? ¿Acaso estas externalidades económicas negativas van a correr solo a costa de los vecinos? ¿Tan difícil habría sido mover la salida de sitio debido a las circunstancias?